Crianza positiva y crianza consciente. Cómo educar a los hijos.

Tienen que hacer las cosas por ellos mismos

Acompañamiento y Boticario de Crianza Positiva

CORREO DIARIO

Dario Strava

9/3/20243 min leer

Te cuento, hoy pasó algo en casa que casi me hizo arrancarme los pelos de la cabeza. Estábamos en el salón, mi pequeña sentada en su silla de princesas, coloreando con esa seriedad que podría rivalizar con la tuya cuando estás concentrado en el trabajo. Imagínatela, tan mona, tan concentrada... hasta que uno de sus lápices decidió hacer un salto al vacío, y como era de esperar, la libreta lo siguió.

Y ahí me ves a mí, sentado cómodamente en el sofá, a medio milímetro de poder alcanzar ese dichoso lápiz con solo estirar un poco el brazo. Pero, ¿qué hice? Nada. Me quedé ahí, observando la escena. Así que, con toda la calma del mundo me levanté, la bajé de su silla, y le dije con una serenidad que hasta a mí me sorprendió: "Cógelo tú, cariño."

Lo que pasó después... ¡Madre mía! Parecía que había desatado el apocalipsis en miniatura. Se cruzó de brazos, me miró como si acabara de cometer el peor crimen de la historia y me soltó un "Así no se hace, papi" con una seriedad que casi me hace reír, pero me aguanté. Le dije que tenía que recogerlo ella, pero antes de que pudiera terminar la frase, su cara se puso roja como un tomate y empezó a gritar como si estuviera anunciando el fin del mundo.

Y cuando digo gritar, no te imaginas... Gritaba con una energía descomunal, pataleando en el suelo y repitiendo "¡No es así! ¡No es así!" como si de verdad creyera que su vida dependía de que yo recogiera ese maldito lápiz. Por un momento, me quedé paralizado, pensando si debía reír o huir.

Ahora, dime tú, ¿te ha pasado algo así alguna vez? Ese momento en el que te preguntas si estás criando a un ser humano o a un pequeño robot que sigue sus propios códigos programados, completamente al margen de la realidad. Porque, seamos honestos, a veces sentimos que los niños viven en su propio universo paralelo donde las reglas del mundo adulto simplemente no aplican.

¿Estás criando a un niño que pueda valerse por sí mismo o a un pequeño dictador en miniatura que necesita de tu constante asistencia para cada nimiedad de su vida? La crianza no es fácil, y más cuando te ves en situaciones como esta, donde te debates entre ser el papá o mamá sobreprotector que resuelve todo o el que enseña a sus hijos lo que de verdad les hace ser mejores, aunque les cueste alguna que otra rabieta.

Si quieres que tu hijo sea incapaz de resolver estos pequeños conflictos por sí solo, de aprender y crecer con cada experiencia, no hagas nada, quédate como estas.

Si no te importa que sea un robot que solo sabe hacer lo que le dicen, sin iniciativa ni creatividad, son tus costumbres y hay que respetarlas.

Para todos los demás, no tienes por qué enfrentarte solo a estas situaciones que a veces te superan.

Con mi servicio de Acompañamiento y Boticario de Crianza Positiva te ofrezco no solo consejos diarios para esos momentos de caos (porque, seamos realistas, los habrá), sino también una consulta semanal donde me cuentas lo que te trae de cabeza y te doy una estrategia clara para afrontarlo.

Mañana te contaré:

Cómo acabó la historia del lápiz (spoiler: no fue fácil, pero sobrevivimos).

Te explicaré qué debes hacer y por qué es vital que tu hijo aprenda a resolver estas pequeñas batallas por sí mismo.

Y lo mejor de todo, cómo evitar que tu hijo escuche a todo el mundo menos a si mismo, tomando siempre las peores decisiones.

Los que estén fuera se lo pierden.

Para todos lo demás:

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