

Cómo educar a los hijos. Crianza positiva y consciente.
Ser ejemplo
Ser ejemplo: Ser ejemplo, educación y valores
Cómo educar a los hijos con crianza positiva y respetuosa
BOTICARIO
Dario Strava
9/28/20244 min leer
Ser ejemplo: la clave en la educación y los valores
Estaba un domingo por la mañana, viendo cómo mi hija jugaba con sus muñecas, cuando de repente soltó una frase que me dejó helado: “Papá, yo quiero ser como tú cuando sea mayor.” Esa frase me dio una bofetada de realidad, y no, no fue de esas suaves. Era de las que te sacuden hasta el alma y te hacen replantearte todas tus decisiones, tanto las buenas como las malas.
¿Por qué? Porque en ese instante me di cuenta de algo fundamental: mis acciones son su ejemplo. Y ya sabes, los niños no aprenden solo por lo que les dices, sino por lo que te ven hacer, día tras día, casi sin darte cuenta.
El amor, el pilar fundamental: No te voy a soltar el típico sermón de “amar a tus hijos es lo más importante”, aunque, siendo sinceros, es la verdad más grande. El amor es la base, pero no basta con decir “te quiero” cada noche antes de dormir. Va mucho más allá de eso. Amar es estar presente, es escuchar, es apoyarles cuando fallan y celebrar cuando triunfan. Es esa sensación de seguridad que necesitan para explorar el mundo. Sin amor, todo lo demás tambalea, y créeme, los críos lo notan.
Ser el ejemplo: ¡Ahí está el truco! Esto sí que es complicado. No hay mayor desafío que predicar con el ejemplo. Porque, claro, podemos soltar discursos sobre valores, trabajo duro y respeto… pero si después me ven tirado en el sofá todo el día, comiendo chucherías y quejándome de lo mal que me va en la vida, ¿qué van a aprender realmente? Ahí está la trampa. Si queremos que nuestros hijos sean responsables, amables y trabajadores, nosotros tenemos que serlo primero.
Te lo digo claro: ellos absorben todo, como esponjas. Si ven que te esfuerzas, que respetas a los demás, que no te rindes a la primera de cambio… ahí es cuando aprenderán esas mismas actitudes. Y no estoy diciendo que tengamos que ser perfectos (¡ni de lejos!), pero sí coherentes. Si les dices “no grites”, no puedes perder los papeles cada vez que algo sale mal.
¿Qué pasa si fallas? Porque vamos a fallar, no te engañes. Nadie es un santo, y todos cometemos errores. ¡Y menos mal! Porque en esos errores también está la enseñanza. De hecho, uno de los mejores ejemplos que podemos darles es cómo enfrentamos nuestros propios fallos. Si nos equivocamos, lo reconocemos, pedimos perdón y seguimos adelante. Eso les enseña mucho más que cualquier sermón perfecto. Les enseña humanidad.
Un día, después de una discusión absurda con mi mujer (sí, de esas que no llevan a ningún lado), mi hija nos miró con ojos de preocupación. Me sentí fatal, pero supe que ese era el momento de mostrarle que no pasa nada por discutir, siempre y cuando sepas cómo reconciliarte después. Así que lo hice, le pedí perdón a mi mujer y mi hija estaba ahí, observando todo, aprendiendo.
Reflexión: si no somos ejemplo, ¿qué les queda? Esto no es fácil, pero tampoco imposible. La clave está en ser conscientes. En pensar, cada día, en las pequeñas acciones que hacemos, porque son esas las que realmente van formando a nuestros hijos. ¿Quieres que tu hijo sea un caballero? Sé tú uno primero. ¿Quieres que sea honesto? No mientas ni siquiera en lo más pequeño. Es una cadena de acciones que, aunque no lo creas, tiene un impacto brutal en cómo ellos ven el mundo y a sí mismos.
Un dato curioso: los estudios han demostrado que los niños aprenden más de lo que ven que de lo que oyen. Así que ya sabes, menos palabras, más hechos. Y te digo algo más: todo esto que te estoy contando, a veces, me cuesta horrores aplicarlo. Hay días que, sinceramente, quiero tirar la toalla. Pero luego veo esos ojos brillantes mirándome, esperando aprender y pienso: no puedo fallarles.
En conclusión: Educar es difícil, pero ser un buen ejemplo es aún más retador. Sin embargo, es lo más valioso que podemos ofrecer a nuestros hijos. En el fondo, lo que les estamos enseñando con nuestras acciones es cómo enfrentarse al mundo. Así que, si hay algo que te puedo decir es: sigue adelante, aunque no siempre sea fácil. Ellos lo verán, y eso, créeme, marcará la diferencia en sus vidas.
Gracias por leer. Y recuerda, el mejor maestro es el que enseña con su vida, no solo con sus palabras.
Consejos Resumen
Sé coherente con tus palabras y acciones: Si le dices a tu hijo que debe ser respetuoso, asegúrate de que te vea tratar a los demás con respeto. Si le hablas de la importancia de la puntualidad, intenta ser puntual en tus compromisos. Los niños son muy sensibles a las incoherencias, y si ven que no practicas lo que predicas, aprenderán a restar importancia a tus palabras.
Muestra vulnerabilidad y responsabilidad ante los errores: No temas admitir cuando te equivocas delante de tus hijos. Si cometes un error, demuéstrales cómo manejarlo: pídele perdón si es necesario, reconoce lo que hiciste mal y explícale cómo piensas mejorar. Eso les enseña a enfrentar sus propios errores con valentía y responsabilidad, en lugar de ocultarlos o culpar a otros.
Fomenta hábitos saludables de manera visible: Si quieres que tus hijos adopten hábitos positivos como leer, hacer ejercicio o llevar una buena alimentación, conviértelo en una práctica diaria en tu vida. Leer un libro por la noche, salir a correr o preparar comidas saludables juntos puede ser una forma poderosa de influir en sus costumbres a largo plazo.
Si quieres más píldoras como esta, te suscribes entrando en dariostrava.com o aquí abajo.
Solo si te suscribes ahora, recibe GRATIS las 7 claves para educar sin estrés y sin culpa
Consulta la política de privacidad aquí
Pon tu correo y te las envío👇


Educa familias sin estrés y sin culpa