Crianza positiva y consciente. Disciplina positiva. Cómo educar a los hijos.

Resolución de conflictos: Leo y Lucía se pelean por la patineta

Acompañamiento y Boticario de Crianza Positiva

BOTICARIO

Dario Strava

8/15/20243 min leer

¿Por qué deberías dejar que tus hijos resuelvan sus propios conflictos?

Hace poco, estaba en el parque con mi familia, disfrutando de una de esas tardes perfectas de verano, ya sabes, con el sol dando su último respiro del día y los niños riendo a carcajadas. De repente, mis dos hijos se lanzaron a la pista de patinaje con sus patinetas. Hasta ahí, todo iba sobre ruedas –nunca mejor dicho– hasta que mi hijo mayor decidió que sería una gran idea intentar patinar en ambas tablas a la vez. Sí, lo sé, ¡menudo genio en potencia!

Pero claro, la hermana menor no tardó en querer seguir el ejemplo del “gran maestro”. Y ahí empezó la guerra. Ella, con la mirada fija en la segunda patineta de su hermano, se acercó y le pidió turnarse. No sé si era la tensión del momento o qué, pero él se negó rotundamente. Y cuando digo rotundamente, me refiero a que no hubo forma de hacerle cambiar de opinión.

Lo siguiente pasó en cuestión de segundos. Ella, frustrada, decidió que un arañazo en el brazo de su hermano era la mejor respuesta. ¡Ay, amigo! Su hermano, sin pensarlo dos veces, la agarró del cuello. Como padres, estuvimos tentados a intervenir inmediatamente, pero decidimos esperar unos segundos más de lo que probablemente haríamos normalmente.

¿Por qué? Te estarás preguntando por qué nos quedamos ahí, observando como si fuéramos espectadores de una película en lugar de intervenir al instante. La verdad es que fue un acto consciente, aunque no fue fácil. Ver cómo tus hijos se enfrentan a la vida real, con sus conflictos y emociones a flor de piel, te pone los pelos de punta. Pero queríamos que aprendieran algo valioso: que la violencia no es la solución, y que a veces es necesario enfrentarse a las consecuencias de sus actos para poder aprender.

La lección que nunca olvidarán: Cuando finalmente intervinimos –que conste que no dejamos que se hicieran daño de verdad, ¡somos padres, no monstruos!– ambos estaban llorando. Pero en lugar de sermonearles, les hicimos una simple pregunta: “¿Qué habéis aprendido de esto?”. Y ahí es donde la magia ocurrió. Con lágrimas en los ojos, nuestra hija pequeña dijo, “que no debo arañar”, y su hermano añadió, “que debemos hablar antes de enfadarnos”.

Esas palabras nos hicieron darnos cuenta de algo crucial: los niños no siempre necesitan que les resolvamos la vida. Necesitan oportunidades para aprender por sí mismos, para cometer errores y darse cuenta de las consecuencias. Es una de las lecciones más valiosas que pueden aprender, porque en la vida real, mamá y papá no siempre estarán ahí para salvarles el día.

¿Qué consigues con esto? Bueno, además de evitar tener que jugar a ser árbitro todo el tiempo, permites que tus hijos desarrollen habilidades que les serán útiles toda su vida. Aprenden a resolver conflictos, a empatizar con los demás y, lo más importante, a entender que la violencia no es la solución. Esto no solo les ayudará a tener relaciones más sanas, sino que también les dará la confianza para enfrentar problemas más grandes en el futuro.

Una última reflexión: En conclusión, dejar que tus hijos resuelvan sus propios conflictos puede ser una de las cosas más difíciles de hacer como padre. Sin embargo, si lo haces, les estás dando un regalo invaluable: la capacidad de enfrentarse a la vida con sus propias armas. Así que la próxima vez que te encuentres en una situación similar, respira hondo y recuerda que a veces el mejor aprendizaje viene de los errores. Gracias por leer y recuerda, ¡a veces dejar que se equivoquen es lo mejor que puedes hacer!

Consejos Resumen

Permite que tus hijos resuelvan sus propios conflictos: Esto les enseña a manejar emociones y desarrollar habilidades sociales cruciales para su futuro.

Sé un modelo de calma: Cuando intervengas, hazlo con tranquilidad y empatía. Los niños imitan el comportamiento que ven en ti, aprendiendo que el diálogo es más efectivo que la confrontación.

Fomenta la empatía desde pequeños: Ayúdales a entender las emociones del otro, preguntándoles cómo se sentirían si estuvieran en su lugar. Esto fortalece sus relaciones y previene comportamientos agresivos.

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