

Cómo educar a los hijos. Crianza positiva y consciente.
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Cómo educar a los hijos con crianza positiva y respetuosa
BOTICARIO
Dario Strava
9/16/20244 min leer
Cómo conseguí que mis hijos dejaran de pegarse en el Oceanogràfic (sin gritar)
A ver, si tienes hijos seguro que te has visto en situaciones en las que todo parece ir bien y de repente, ¡boom! se desata el caos. Te cuento lo que me pasó hace poco en el Oceanografic de Lisboa, porque sé que a más de uno le ha pasado algo parecido y con niños… siempre hay historias para contar.
Estábamos allí, disfrutando del día, cuando de repente… Leo y su primo empezaron a correr y a pegarse, como si estuvieran en el parque y no rodeados de tiburones, mantarrayas y peces de mil colores. ¡Qué agobio! La gente miraba de reojo y tú ya te imaginas, la típica presión social de “a ver si controlas a tus hijos”. No sé cómo lo hacemos los padres, pero siempre parece que nos miran más cuando las cosas se salen de control.
El truco de los peces plateados y naranjas: En vez de perder la calma y soltarles un sermón, que a ver, ganas no me faltaban, se me ocurrió un truco que ya había usado antes, pero esta vez fue más improvisado. Les solté: “¡A ver quién encuentra un pez plateado y naranja!”. De repente, como por arte de magia, los niños dejaron de correr y pegarse y empezaron a buscar ese pez entre las peceras.
Lo mejor es que no solo dejaron de armar jaleo, sino que se metieron de lleno en la actividad. Estaban tan concentrados mirando a los peces que empezaron a inventarse historias. Leo incluso se acercó a una de las peceras, golpeando el cristal suavemente mientras le gritaba a uno de los peces: “¡Yo le he hecho abububabana!”. Sí, no tengo ni idea de lo que significa, pero me lo tomé como un intento de comunicación…
¿Qué aprendí de todo esto? Te seré sincero. No siempre reacciono así. A veces también se me escapan gritos o reproches, como nos pasa a muchos. Es lo fácil, lo rápido. Pero lo cierto es que gritar no arregla nada. Los niños se cierran, se ponen a la defensiva y el problema sigue ahí.
Lo que sí funciona y lo aprendí ese día en el Oceanografic, es darles un reto, algo que capture su atención y les haga cambiar de dirección sin que sientan que les estás mandando. Los niños necesitan sentirse involucrados, que lo que están haciendo tiene sentido. En este caso, buscar un pez de colores fue más entretenido que seguir corriendo y pegándose.
Estrategias que funcionan: Aquí es donde viene la clave de todo: redirigir. Si solo te centras en decirles lo que nodeben hacer, se quedan sin saber qué sí pueden hacer. En vez de eso, lo que hay que hacer es reconducirles hacia otra actividad, algo que les motive y que no provoque un conflicto.
Y es que, como padre, a veces te das cuenta de que todo lo que te enseñaron sobre cómo criar hijos no siempre funciona. Nos criaron con el clásico “no corras”, “no grites”, “no pegues”. ¿Te suena, verdad? Pero el “no” constante al final no enseña. Lo que enseña es la creatividad, el proponer nuevas situaciones.
Reflexión final: En conclusión, no se trata solo de evitar que los niños se peleen o se porten mal en lugares públicos, sino de enseñarles cómo pueden canalizar su energía y su atención hacia algo positivo. Como padres, somos su guía, y aunque a veces nos cueste (¡vaya que sí!), debemos encontrar maneras de educar sin perder la paciencia ni recurrir al grito fácil.
Así que la próxima vez que veas que tu hijo se está desmadrando, en lugar de gritar, invéntate un reto o un juego que lo reconduzca. Créeme, funciona y además tú te sentirás mejor por haberlo manejado con calma.
Gracias por leer hasta aquí, ¡y que siempre encuentres el pez plateado y naranja de la vida!
Consejos Resumen
Desvía su atención con un reto: Cuando los niños están haciendo algo que no deben, como correr o pegarse, en lugar de gritar, proponles un reto interesante. Por ejemplo, “¿Quién es el primero en encontrar un pez plateado y naranja?” Los desafíos simples los motivan a centrarse en algo positivo y divertido.
Haz que se sientan útiles: Los niños responden mejor cuando sienten que tienen un propósito en lo que hacen. Pídeles que te ayuden a observar algo interesante o que te expliquen lo que ven. Por ejemplo: “Oye, ¿cómo crees que se llama ese pez que está ahí?”. Así les das una tarea que les hace sentir importantes y responsables.
Reorienta la energía sin usar el “no”: En lugar de decirles constantemente lo que no pueden hacer (“no corras”, “no toques eso”), prueba a ofrecerles alternativas claras y divertidas. Si están corriendo por todas partes, diles algo como: “A ver quién puede caminar más rápido como un cangrejo”, o alguna actividad que puedan hacer sin causar problemas. ¡Les encanta!
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