

Crianza positiva y consciente. Disciplina positiva. Cómo educar a los hijos.
Poner límites: Límites y emociones
Cómo educar a los hijos con crianza positiva y respetuosa
BOTICARIO
Dario Strava
8/23/20244 min leer
El secreto para manejar los berrinches sin perder la cordura (y sin comprar ese maldito juguete)
Hace poco, mientras paseaba con mi amiga Laura y su pequeño terremoto de cuatro años, fui testigo de una escena clásica en la vida de cualquier padre. ¿Sabes a lo que me refiero, verdad? Estábamos en una de esas tiendas llenas de juguetes que parecen gritar “¡cómprame!” desde las estanterías, y su hijo, llamémosle Pablo, se encaprichó con un cochecito de juguete que, honestamente, no valía ni la mitad de lo que costaba. Pero claro, para un niño, ese cochecito era poco menos que la entrada al paraíso.
Laura, con la mejor de las intenciones, le dijo: “Mi amor, no podemos comprar ese juguete ahora.” Y entonces, lo inevitable: Pablo se puso a llorar como si no hubiera un mañana. Sus gritos resonaban por toda la tienda. Te juro que la gente nos miraba como si fuéramos criminales de guerra. Y ahí, en ese momento de pánico, Laura cometió el error que muchos padres hemos cometido alguna vez. Con un suspiro derrotado, le dijo: “Está bien, llévatelo.”
¿Pero qué falló aquí? El problema no es que el niño llore o que quiera un juguete. Eso es normal. El problema es cuando confundimos emociones con límites. Laura, como muchas otras madres (y padres, ojo), no separó una cosa de la otra. El límite que había puesto - no comprar el juguete - se desmoronó en cuanto las lágrimas aparecieron. Y ahí está el error clave: creer que las emociones de nuestros hijos tienen el poder de dictar nuestros límites.
Mira, no es fácil. No lo es. A mí me ha pasado lo mismo más veces de las que puedo contar. La clave aquí está en cómo manejamos la situación, y eso fue algo que entendí tras muchas idas y venidas.
El poder de la empatía y la firmeza: Recuerdo un día en el que mi hija, Sofía, también se puso a llorar porque quería quedarse viendo la tele más tiempo. Le dije, “Sofía, voy a apagar la tele. Es normal que te sientas enfadada, puedes llorar si lo necesitas.” Y claro, lloró. Pero lo importante aquí es que no cedí. Me quedé con ella, la abracé, y le dije que entendía cómo se sentía. No cedí, pero tampoco la dejé sola con su frustración. Este es el truco: acompañar las emociones de nuestros hijos sin ceder en los límites que establecemos. Un límite no es un muro rígido que ignora lo que el niño siente, pero tampoco es algo que debamos cambiar cada vez que la situación se pone difícil. Es un equilibrio entre ser comprensivo y mantener la firmeza.
Reflexión final: límites y emociones no son enemigos. En general, y como diría mi abuela, no se puede estar en misa y repicando. No podemos querer que nuestros hijos aprendan a manejar sus emociones si cada vez que se frustran les damos lo que quieren. Establecer límites claros y acompañarlos con empatía es el secreto para criar a niños más fuertes y seguros de sí mismos.
Y bueno, si te sirve de consuelo, después de ese día en la tienda, Laura me llamó y me dijo que la próxima vez intentaría mi método. ¡Y lo hizo! Cuando Pablo volvió a encapricharse con otro juguete en la tienda, Laura se agachó a su altura, lo miró a los ojos y le dijo con calma: “Entiendo que quieras este juguete, sé que es difícil no poder llevártelo. Puedes sentirte triste y enfadado, es normal. Pero hoy no lo vamos a comprar.”
Mientras Pablo lloraba, Laura no lo apartó ni intentó distraerlo. En lugar de eso, lo abrazó y le permitió expresar su frustración, validando sus emociones sin ceder. Y ¿sabes qué? Aunque Pablo lloró un rato, eventualmente se calmó, y salieron de la tienda sin el juguete, pero con una importante lección aprendida.
Así que, querido lector, la próxima vez que te enfrentes a un berrinche en público, recuerda: los límites son tus amigos. No los dejes caer por unas lágrimas. Acompaña, abraza, comprende, pero no cedas. Tu yo del futuro (y tu cuenta bancaria) te lo agradecerán.
¡Gracias por leerme! Hasta la próxima y no olvides: firmeza con amor, siempre
Consejos resumen
Establece límites claros y coherentes: Los niños necesitan saber qué esperar. Un límite bien definido les da seguridad y les ayuda a entender el mundo.
Valida sus emociones: Reconoce sus sentimientos sin juzgar. "Entiendo que estés triste" es más poderoso que cualquier reprimenda. Acompaña su proceso emocional sin ceder.
Mantén la calma y sé el ejemplo: Los niños imitan lo que ven. Si mantienes la compostura durante un conflicto, les enseñas a manejar sus propias emociones de manera saludable.
¡Tu tranquilidad es clave!
Si quieres más píldoras como esta, te suscribes entrando en dariostrava.com o aquí abajo.
Solo si te suscribes ahora, recibe GRATIS las 7 claves para educar sin estrés y sin culpa
Consulta la política de privacidad aquí
Pon tu correo y te las envío👇


Educa humanizando y sin estrés