

Crianza positiva y consciente. Disciplina positiva. Cómo educar a los hijos.
Poner límites: Leo me dice que me vaya del sofá
Cómo educar a los hijos con crianza positiva y respetuosa
BOTICARIO
Dario Strava
8/16/20243 min leer
Cuando la crianza positiva choca con la realidad
Estaba yo, tan campante, tumbado en el sofá con el portátil sobre las piernas, intentando escribir un artículo sobre la crianza positiva. Ya sabes, ese enfoque en el que siempre se intenta razonar, hablar con calma y usar palabras bonitas con los niños. Pero claro, la teoría siempre suena mucho más fácil que la práctica, ¿verdad?
Ahí estaba, dándole vueltas a las palabras, tratando de explicar cómo ser el mejor padre del mundo, cuando mi hijo, con su habitual energía, irrumpió en la sala. “Papá, mueve, que mamá viene”, me dijo con ese tono de urgencia que solo un niño puede tener. Le respondí que necesitaba terminar lo que estaba haciendo, que solo me llevaría unos minutos más.
Pero claro, cuando un niño tiene una idea en la cabeza, nada lo detiene. Empezó a insistir, a empujarme un poco, a hacerse espacio a codazos. ¡Y ahí fue cuando llegó el pellizco! ¡Ay, cómo dolió!
No pude evitarlo, tuve que elevar la voz, esa voz que uno guarda para cuando las ya se pasan de castaño oscuro. Le dejé bien claro que no me movería y que bajo ningún concepto toleraría más agresiones físicas.
La realidad de marcar límites: Y aquí está el meollo del asunto. La crianza positiva es fantástica, claro que sí, pero hay momentos en los que hay que ser firme. Muy firme. Porque, ¿qué pasa cuando las palabras bonitas no son suficientes? A veces, la situación requiere que marques un límite claro y contundente, especialmente si hay alguna forma de agresión involucrada.
Es curioso, ¿no? Nos pasamos la vida enseñando a nuestros hijos que no deben pegar, que no deben gritar, y aquí estamos, a veces alzando la voz para poner un límite. Puede parecer una contradicción, pero no lo es. Es simplemente la vida real, esa que no aparece en los libros de teoría.
La importancia de la firmeza: Hay algo que he aprendido a lo largo de estos años: ser firme no es ser violento, ni mucho menos. Es mostrarle al niño que hay comportamientos que no se pueden tolerar, que la violencia, por mínima que sea, no es un medio válido para conseguir lo que quiere. Al elevar la voz en ese momento, lo que hice fue dejar claro que había cruzado una línea.
Es fundamental que los niños comprendan que hay límites. Y no, no es malo que vean a sus padres enojarse de vez en cuando. Les enseña que somos humanos, que también tenemos emociones y que hay momentos en los que necesitamos hacerlas valer.
Reflexionando sobre la crianza: En general, pienso que la crianza positiva es un objetivo noble, pero no debemos olvidar que la vida real es caótica, impredecible y, a veces, requiere respuestas más enérgicas. Lo importante es que nuestros hijos comprendan que la violencia nunca es la solución, pero que también sepan que los límites son necesarios para la convivencia.
Es como cuando le explicas a un niño que no puede tirarse a la carretera. Puedes decírselo de mil maneras amables, pero a la mínima que veas que se acerca demasiado, no vas a dudar en gritarle para que se detenga. No porque quieras asustarlo, sino porque te importa su seguridad.
Finalmente, me quedo con la idea de que la crianza es un equilibrio constante. Y que, aunque a veces hay que levantar la voz, lo importante es siempre, siempre, hacerle saber al niño que es amado, incluso cuando cometemos errores. Gracias por leer hasta aquí, y recuerda: ¡los límites son amor disfrazado de firmeza!
Consejos Resumen
Comunicación clara: Explica a tu hijo por qué ciertas acciones no son aceptables. Entender las razones detrás de los límites les ayuda a aprender y crecer.
Modela el comportamiento: Los niños imitan lo que ven. Si quieres que sean respetuosos, muestra respeto incluso cuando estés enfadado. Tu ejemplo es su mejor guía.
Paciencia y consistencia: Mantén la calma y sé consistente con las reglas. La repetición y la coherencia crean un entorno seguro donde tu hijo sabe qué esperar y cómo comportarse. Esto puede transformar la dinámica familiar y fortalecer la relación.
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