

Crianza positiva y consciente. Disciplina positiva. Cómo educar a los hijos.
Malos hábitos: Lucía se tira eruptos
Cómo educar a los hijos con crianza positiva y respetuosa
BOTICARIO
Dario Strava
9/7/20244 min leer
El arte de los "burros" y la crianza positiva: una historia de eructos
A ver, te cuento. Hace unos meses, mi hija Lucía, que tiene seis años y un arte que no se puede aguantar, empezó a hacer algo que, si soy sincero, nos pilló un poco por sorpresa. Cada vez que comía y cuando digo cada vez, me refiero a cada puñetera vez, forzaba un eructo. Pero no cualquier eructo, ¡no señor! Era como si tuviera dentro una orquesta sinfónica desafinada lista para estallar. Y claro, como padres responsables, intentamos explicarle de mil maneras que eso no se hace. Le decíamos: "Lucía, cariño, la gente no hace eso en la mesa". Y ella, con toda la inocencia del mundo, nos respondía que a ella le salía solo. ¡Ay, los niños y su lógica!
La batalla del "burro": Así que ahí estábamos, sentados en la mesa después del desayuno, yo con mi tablet en mano trabajando y de repente, Lucía se me acerca y me dice con cara de satisfacción: "Papá, me acabo de tirar un burro, pero he cerrado la boca para que no se escuche". Te puedes imaginar mi cara de mezcla entre sorpresa y orgullo. Después de meses intentando que se controlase, repitiéndole el mensaje una y otra vez, por fin lo había conseguido.
Mira, no sé tú, pero a mí esta situación me dejó pensando mucho. Es decir, hemos pasado meses diciéndole a Lucía que los eructos, aunque naturales, no son algo que deba hacerse sonar como un trombón desafinado en plena comida. Y ahí estaba, un pequeño paso para la humanidad, pero un gran paso para Lucía. Decidió que, en lugar de hacer un ruido ensordecedor, cerraría la boca para que no se escuchara. Y oye, eso es lo que yo llamo progreso.
Reflexionando sobre la paciencia y la crianza: Este pequeño triunfo me hizo reflexionar sobre cómo abordamos este tipo de comportamientos con los niños. Hay veces que uno se desespera, porque les explicas y parece que no te escuchan. Pero la realidad es que, aunque no lo parezca, te están escuchando. Solo que necesitan su tiempo para procesar, interiorizar y finalmente aplicar lo que les enseñas. La clave aquí fue la paciencia, el tono asertivo y el no tirar la toalla. No sé si te ha pasado, pero a veces como padre uno siente que repite lo mismo un millón de veces sin ver resultados. Es frustrante, ¿verdad? Pero luego, cuando ves que esos esfuerzos dan fruto, la satisfacción es indescriptible.
En nuestro caso, optamos por no hacer un drama de cada eructo. En vez de regañarla o gritarle, que ya sabemos que no lleva a nada bueno, simplemente le decíamos “Lucíaaa…”, y ella solita entendía lo que queríamos decir. Sin necesidad de sermones. Y poco a poco, fue tomando conciencia. No era un cambio de la noche a la mañana, claro está, pero fue progresando, hasta llegar a ese punto en que se sentía orgullosa de haber logrado controlar algo tan aparentemente simple como cerrar la boca al eructar.
El poder de la afirmación positiva: Y es que, al final del día, no se trata solo de corregir el comportamiento, sino de hacer que ellos mismos quieran mejorar. Es como con cualquier otra cosa en la vida, ¿no? Si te imponen algo, lo haces con desgana, pero si te reconocen el esfuerzo, si sientes que tú mismo estás haciendo algo bien, entonces te motivas más.
Con Lucía, ese pequeño gesto de cerrar la boca fue su forma de decirnos: "Mira, papá, mamá, he escuchado lo que me habéis dicho y estoy intentando hacerlo mejor". Y ahí es donde entra nuestro papel como padres: en vez de solo señalar lo que hacen mal, celebrar los avances, por pequeños que sean. Porque en la vida, los grandes cambios siempre empiezan con pequeños pasos.
En conclusión: Este episodio me enseñó que la paciencia y la constancia son fundamentales en la crianza. No siempre vemos resultados inmediatos, pero eso no significa que el mensaje no esté calando. Y cuando menos lo esperas, te sorprenden con un "burro" silencioso, o lo que es lo mismo, con un pequeño pero significativo avance que te demuestra que, al final, todo ese esfuerzo merece la pena.
Así que, si estás en una situación parecida, no desesperes. Sigue adelante, con cariño y firmeza y verás cómo poco a poco, esos pequeños logros se convierten en grandes victorias.
Gracias por leer, y recuerda: la crianza no es una carrera, es un maratón, y como en toda maratón, lo importante es disfrutar del recorrido, ¡no solo llegar a la meta!
Consejos Resumen
Utiliza el poder del refuerzo positivo: Cuando tu hijo logre controlar un comportamiento, por pequeño que sea el avance, reconócelo y elógialo. Por ejemplo, si tu hijo consigue moderar el sonido de un eructo o evitar hacerlo en público, dile algo como "¡Qué bien lo has hecho! Estoy orgulloso de ti." Esto les motiva a seguir mejorando.
Aplica la técnica del recordatorio sutil: En lugar de repetir la misma explicación una y otra vez, utiliza una palabra clave o frase corta como “Lucíaaa...” para recordar a tu hijo lo que ya le has enseñado. Este enfoque es menos frustrante para ambos y refuerza el mensaje sin ser repetitivo.
Sé paciente y consistente: Los cambios en el comportamiento no ocurren de la noche a la mañana. Mantén la calma y sigue siendo constante en tu enfoque. La paciencia y la repetición suave, pero firme, ayudarán a tu hijo a internalizar lo que le estás enseñando sin sentir presión.
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