Reflexión - Emociones

Volvíamos en el coche de ver un actuación y ya era tarde. Le explicamos a los niños que cuando llega llegásemos a la casa, los íbamos a bañar rápidamente porque no había tiempo de un baño largo ya que era tarde.

Lucía dijo que quería una bola de color que se disuelven en el agua para poner la del un color y que sale un regalo de dentro.

Su madre le dijo que la bola la pondrían al día siguiente, porque ya era tarde y ahí se quedó la conversación.

Cuando la estaba bañando, Lucía dijo que mamá había dicho que iba a usar una bola de color.

Su madre le contestó que no, que lo que le había explicado era que al día siguiente la iban a usar, pero no en ese momento.

Ella seguía replicando que sí que mamá había dicho de usar la bola y yo entonces me acerqué y le dije “Lucía, tu madre te dijo que se iba a usar mañana no hoy porque es tarde eso fue lo que te dijo en el coche “.

Ella pegó un grito diciendo “para allá, porque me estoy enfadando de verdad“.

Yo entonces me di la vuelta y seguido doblando ropa en su cuarto, sin darle más importancia.

Cuando ella volvió después de haberse bañado, estaba comentándome algo y jugando y yo le volví a sacar el tema. No me hizo ni caso y comprobé que la situación tampoco era de tanta importancia para ella, porque ni reaccionó.

No le reproche absolutamente nada e internamente aplaudí el hecho de que ella sea capaz de comunicar y expresar la emoción que está sintiendo para dejarme claro que si sigo insistiendo, vamos a tener un conflicto y un problema.

Esto lo veo muy positivo, porque saber reconocer y expresar las emociones es un gran paso en el desarrollo personal de los niños y de los adultos.

Al día siguiente, le dije que me había gustado mucho, como ella me había expresado su enfado y esto me ayudó a conocer cómo se sentía para ayudarla, dejando el tema a un lado y de esta forma que pudiera calmarse.

Educa en familia sin estrés y sin culpa