

Crianza positiva y crianza consciente. Cómo educar a los hijos.
Los niños hacen 40.000 preguntas
Acompañamiento y Boticario de Crianza Positiva
CORREO DIARIO
Dario Strava
9/12/20243 min leer
¡Amigos! Tengo que contaros lo que me pasó el otro día con Sofía. Te juro que casi me vuelvo loca, pero a la vez no pude evitar reírme de lo genial que es ver cómo su cabecita no para ni un segundo.
¿Sabías que entre los 2 y los 5 años los niños pueden hacer hasta 40.000 preguntas? Sí, no estás leyendo mal, ¡40.000! eso dice la ciencia…, pero lo que sí sé es que mi pequeña Sofía va camino de romper ese récord.
Todo comenzó en algo tan simple como ir a la panadería. ¿Quién diría que comprar pan se convertiría en un examen de agilidad mental? Entramos, y ya Sofía estaba a full con su batería de preguntas.
Primero, lo básico: "Mamá, ¿por qué el panadero se llama panadero? ¿Es porque vende pan? ¿Y come pan todos los días?". Vamos, que lo fácil se pone difícil cuando tienes que explicar lo obvio a alguien que aún está descubriendo el mundo.
Pero no terminó ahí, claro que no. Sofía siguió y siguió: "¿Cómo se hace el pan? ¿El panadero se levanta temprano para hacerlo? ¿Alguna vez se le olvida ponerle sal al pan?". Yo intentaba seguirle el ritmo mientras hacía el pedido, ¡pero entonces suelta la pregunta del millón!: "Mamá, ¿por qué el pan es marrón y no verde como el pasto?". Te juro que ahí me dejó KO. ¿Qué le contestas a eso?
Pero antes de que pudiera pensar en algo, ya estaba lanzando la siguiente: "¿Los perros pueden comer pan? ¿Y los peces?". El panadero, que no paraba de reír, seguro que estaba pensando "¡Qué suerte que no soy su madre!".
Y como si no fuera suficiente, al salir nos cruzamos con la señora Rosa, la vecina de siempre. Sofía, con su curiosidad inagotable va y le pregunta si ella también compra pan todos los días y si prefiere el pan duro o blando. Rosa, que tiene una paciencia de oro, le respondió con una sonrisa. Pero cuando Sofía le preguntó si alguna vez había soñado con ser panadera, ¡no pudo evitar soltar una carcajada! Y ahí estaba yo, medio agotada, medio divertida, pensando en las 40.000 preguntas y en cómo aunque a veces me saquen de quicio, es fascinante ver cómo su mente no para de explorar.
Le dije a Sofía que cada pregunta que hacía era como un pequeño tesoro. Y aunque no siempre tengo la respuesta, me encanta que siga buscando. Pero entre tú y yo, esas preguntas pueden dejarte sin ideas y con los nervios al límite.
¿No te pasa a veces que con tanto interrogatorio, te quedas sin saber qué responder, sin paciencia y con ganas de desaparecer un rato? Y no es porque no quieras responder, sino porque simplemente te quedas sin recursos, y es ahí donde la cosa se pone difícil. Porque, claro, no quieres apagar esa chispa de curiosidad, pero tampoco quieres perder los nervios y terminar respondiendo de cualquier manera, ¿verdad?
Aquí es donde entra el verdadero salvavidas. Imagínate tener a alguien a quien contarle todo esto, alguien que te ayude a desentrañar esas preguntas imposibles, a mantener la calma y a encontrar la forma de conectar mejor con tu peque.
Alguien que te dé una estrategia clara para esos momentos en los que ya no sabes por dónde tirar. No te imagines más porque esto existe y se llama el Acompañamiento y Boticario de Crianza Positiva.
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