

Crianza positiva y crianza consciente. Cómo educar a los hijos.
Leo me pide montar en buggy
Acompañamiento y Boticario de Crianza Positiva
CORREO DIARIO
Dario Strava
9/13/20243 min leer
No te puedes imaginar lo que me pasó el otro día con Leo. Estaba yo en la cocina en esa lucha diaria entre picar cebolla sin llorar y evitar que el arroz se me quede como un ladrillo.
De repente, Leo me llama desde la sala con un entusiasmo que casi tiro el cuchillo: "¡Papá, papá! ¡Ven a ver esto!". ¿Sabes ese tono que te hace pensar "aquí hay gato encerrado"? Pues eso.
Me asomo y ahí está mi pequeño, con los ojos como platos, viendo un video de unos buggies de montaña que parecían sacados de una película de ciencia ficción.
Esos coches se lanzaban por terrenos imposibles, levantaban polvo como si no hubiera mañana y Leo estaba tan metido en el video que casi podía ver la adrenalina saliendo por sus poros.
Y entonces suelta la bomba: "Papá, ¿quieres montarte en ese coche conmigo?". Te juro que por un segundo casi me veo a mí mismo dando saltos por la montaña, como si fuera algo que hacíamos todos los días después de cenar. Pero bueno, en un arrebato de "¿por qué no?", le seguí el juego y le dije: "Claro, Leo, pero... ¿y la cena?".
¡Ni se inmutó! Me respondió con una seguridad que ya la quisiera yo para mis días malos: "No importa, papá, comemos después. ¡Es que este coche es lo máximo! Podemos ir volando y saltando por las montañas ¡imagínate!". Y ahí estaba, convencido de que íbamos a salir volando por la puerta en un buggy invisible.
Pues nada, decidí subirme al carro, nunca mejor dicho y le propuse que primero termináramos la cena y luego jugáramos a ser pilotos. ¿Sabes lo que pasó? Leo se puso a ayudarme con la cena como nunca antes. Ese niño, que normalmente huye de la cocina como si fuera zona de guerra, de repente estaba cortando verduras como un chef en MasterChef Junior, ¡Increíble!
Después de cenar, montamos nuestro "buggy" en la sala con un par de sillas y ¡madre mía, qué risas! Nos imaginamos saltando por rocas, girando en curvas imposibles y hasta Leo gritaba como si realmente estuviéramos en la montaña. Fue tan divertido que cuando lo acosté esa noche, me pidió que repitiéramos la hazaña al día siguiente. ¡Cómo cambian las cosas cuando les metes un poco de imaginación, ¿verdad?
Y ahora te cuento esto no solo para sacarte una sonrisa, sino porque, a veces, lo único que hace falta para transformar un momento ordinario en algo mágico es un poquito de guía, un empujón en la dirección correcta.
Esa es justo la razón por la que empecé con el servicio de Acompañamiento y Boticario de Crianza Positiva, porque vamos a ser sinceros, a veces no sabemos qué hacer cuando los peques nos dejan sin palabras o cuando las cosas no van como esperamos.
Es fácil perder los nervios, ¿verdad? Y cuando eso pasa, adiós a la conexión con tu hijo y lo que es peor, adiós a su potencial.
Por eso, cada semana te ofrezco la oportunidad de contarme lo que te pasa y te doy una estrategia para enfrentarlo.
¿Imagínate dejar de preguntarte "¿cómo resuelvo esto?" y tener a alguien que te ilumine el camino?
Pues de eso va, una consulta semanal por correo para que no vayas a ciegas y para que la próxima vez que tu pequeño quiera ser piloto de buggies, tú puedas disfrutar del viaje.
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