No sé si te ha pasado pero hay días que se quedan grabados a fuego y no por algo trascendental, sino por esas pequeñas cosas que te arrancan una sonrisa.

Así fue nuestro último día en la piscina, una mañana soleada en la que mis pequeños terremotos Leo y Lucía decidieron que yo necesitaba más crema solar de la que cualquier ser humano podría usar, esparciendo más en el suelo que en mi piel, pero ¿quién puede enfadarse con esas caras?

¡Parecíamos un cuadro surrealista con tanto blanco!

Después de ese ritual medio caótico nos zambullimos en la piscina como si no hubiera mañana. Los peques jugaban a hacer llover con el agua, ¡y vaya si lo lograban! Cada risa, cada salpicadura era pura magia.

Lucía flotaba plácidamente como si estuviera en una cama de nubes, con una sonrisa que te derretía. ¿No es increíble cómo estos momentos te hacen sentir que estás en el lugar correcto en el momento perfecto?

Luego llegó el gran juego del tiburón. Lucía fue la primera en ser el tiburón, nadando sigilosamente mientras Leo y yo nos alejábamos como si estuviéramos en un thriller de Hollywood.

Y cuando fue mi turno, me convertí en el tiburón más ruidoso y descoordinado del planeta. Las risas, los chillidos de emoción… es como si cada segundo se convirtiera en un recuerdo eterno.

Para culminar la tarde me recosté en la orilla de la piscina, es una piscina playa, donde el agua apenas cubre tus pies, el sol acaricia tu piel y los peques siguen jugando a tu alrededor. Es un momento de paz interrumpido solo por risas y chapoteos.

Justo cuando crees que nada puede salir mal, Leo se lanza en bomba demasiado cerca de su hermana. Mi corazón se detuvo por un segundo, pero en lugar de armar un drama, le expliqué que no podía hacer eso cuando su hermana está cerca porque puede hacerle mucho daño y comprendió la situación con una madurez inesperada.

Fue un pequeño triunfo de nuestra crianza positiva. Son oro puro esos momentos en que te das cuenta de que poco a poco están aprendiendo sobre respeto y seguridad.

Ahora si, no todo es diversión y juegos, todos queremos lo mejor para nuestros hijos, pero seamos sinceros, a veces no tenemos ni idea de cómo manejar ciertas situaciones.

¿Te ha pasado alguna vez? Esos momentos donde piensas: “¿Qué hago ahora?”. Aquí es donde entro yo como tu fiel compañero en esta aventura de la crianza.

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Nos leemos pronto.

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