

Crianza positiva y consciente. Disciplina positiva. Cómo educar a los hijos.
Desarrollar habilidades: Trabajo en equipo, cargador
Cómo educar a los hijos con crianza positiva y respetuosa
BOTICARIO
Dario Strava
9/9/20245 min leer
Cómo convertir un viaje en familia en una lección de vida
Ah, lisboa, esa ciudad que siempre había querido visitar. Sus calles adoquinadas, el aroma a café recién hecho en cada esquina, y el sol que parece brillar solo para ti. Pero, ¿sabes qué? La realidad siempre tiene un giro inesperado, y este viaje no fue la excepción.
No fue nuestro primer viaje en coche eléctrico, pero si el más emocionante. Imagina la emoción, las expectativas… y luego, ¡zas! El choque con la realidad. Llegamos al hotel después de un largo día de carretera y, claro, el coche necesitaba una carga urgente. Pero, como suele pasar en estas situaciones, las estaciones de carga en el parking estaban ocupadas. Ahí es cuando mi cabeza empezó a dar vueltas. ¿y ahora qué? Mis hijos, Leo y Lucía, me miraban con esos ojitos curiosos, esperando que su superhéroe papá resolviera el problema.
Haciendo malabares con la tecnología: Me acordé de un enchufe en la pared que había visto al aparcar. A veces, las soluciones más simples son las más efectivas, ¿no? Pero claro, ¿cómo llego hasta allí sin un cable extensor? Y ahí es cuando el ingenio empieza a aflorar. Busqué en el maletero, entre trastos y juguetes, y ¡bingo! Encontré un cable extensor que siempre llevo porque soy precavido. Ahora bien, conectar el coche no fue tarea fácil. En serio, parecía una escena sacada de una película cómica, con los niños y yo luchando contra el cable que se resistía a desenrollarse.
Y en ese momento, algo cambió. Leo y Lucía dejaron de ser simples espectadores para convertirse en mis pequeños asistentes. Mientras uno desenrollaba el cable, el otro sostenía la linterna del móvil para iluminar el enchufe. Nos reímos, tropezamos, y al final, conseguimos lo que parecía imposible: ¡cargar el coche! Sí, vale, el proceso fue un poco chapucero, pero funcionó, y al final, no es eso lo que importa?
Se nota todo el trabajo realizado con ellos para que en el día de hoy no solo no hubiesen supuesto un problema extra, sino que se convirtieron en parte de la solución.
El poder de involucrar a los niños: Lo que me llevé de esa noche en Lisboa no fue solo la carga del coche, sino una valiosa lección de vida. En situaciones complicadas, involucrar a los niños puede ser la clave. ¿por qué? Porque les enseñas que no hay problema que no se pueda resolver y lo haces de una manera que los conecta más contigo. Si te encuentras en una situación difícil, no subestimes lo que tus hijos pueden aportar. Pregúntales cómo solucionarían el problema, cuéntales lo que estás pensando… deja que vean que no eres infalible y que está bien pedir ayuda.
Mostrando tus emociones: Una de las cosas que aprendí aquella noche es que compartir lo que sientes con tus hijos no te hace menos fuerte, sino todo lo contrario. Al ver que estaba agobiado, sin saber muy bien cómo salir del lío en el que nos habíamos metido, decidí abrirme. Les dije a Leo y Lucía que estaba un poco frustrado, que la situación me superaba un poco. ¿sabes qué pasó? Lucía me dio un beso en la mejilla y leo me abrazó, diciéndome que todo iba a estar bien.
Fue como si, por un momento, ellos tomaran el papel de los adultos, ofreciendo consuelo y apoyo. Y eso no solo me reconfortó, sino que también les enseñó que expresar tus emociones no es algo de lo que haya que avergonzarse. Ellos entendieron que incluso los adultos tienen momentos difíciles y al verlo, se sintieron más cercanos y conectados a mí. Es increíble cómo esos pequeños gestos de empatía pueden hacerte sentir que no estás solo, incluso en las situaciones más complicadas.
Al verme abrumado cuando dije “Es que no puedo más, de verdad”, Lucía, con su beso de ánimo y Leo con su abrazo, me enseñaron más de lo que yo les enseñé a ellos esa noche y me dieron el apoyo que yo necesitaba, mostrando una empatía y amor que son inigualables e invaluables.
Preguntarles cómo solucionar un problema: Además, involucrar a los niños no es solo cuestión de consuelo; también es una oportunidad para hacerlos partícipes en la solución del problema. Después de expresarles mis emociones, les pregunté qué creían que podíamos hacer para solucionar el asunto de la carga del coche. Leo, con esa lógica aplastante que solo los niños tienen, sugirió buscar un enchufe alternativo, mientras que lucía propuso que usáramos el cable extensor que teníamos. No solo les pedí ideas, sino que también les di pequeñas tareas: Leo se encargó de desenrollar el cable mientras Lucía sostenía la linterna. Así, se sintieron útiles, importantes, como si realmente estuvieran contribuyendo a la solución. Al final, no solo logramos cargar el coche, sino que lo hicimos juntos, y eso fue lo que realmente importó. Este tipo de situaciones les enseña que sus ideas y esfuerzos son valiosos, y que todos, independientemente de la edad, podemos aportar algo para resolver un problema.
Reflexión final: En general, lo que empezó como un contratiempo se convirtió en un momento de conexión familiar que no olvidaré. Si alguna vez te encuentras en una situación similar, ya sea en un viaje o en la vida diaria, no dudes en hacer partícipes a tus hijos. Ellos tienen una forma de ver el mundo que nosotros, los adultos, hemos ido perdiendo con el tiempo. Y a veces, justo cuando piensas que no puedes más, sus pequeñas manos y grandes corazones te dan el empujón que necesitas para seguir adelante.
Gracias por leer hasta aquí, amigo. Recuerda, la próxima vez que la vida te ponga en apuros, ¡no estás solo!
“Enfrentar los desafíos juntos hace que cualquier obstáculo sea más llevadero.”
Consejos Resumen
Comparte tus emociones con tus hijos: No tengas miedo de mostrar tus sentimientos cuando las cosas se complican. Decirles a tus hijos cómo te sientes—ya sea frustrado, agobiado o preocupado—les enseña que es normal tener emociones y que está bien expresarlas. Esto también les abre la puerta para que se sientan más conectados contigo y te ofrezcan su apoyo, fortaleciendo el vínculo familiar.
Involúcralos en la solución: Pregúntales directamente qué harían ellos para resolver el problema. Escuchar sus ideas, por más simples que parezcan, no solo les da confianza, sino que también puede llevar a soluciones creativas que no habías considerado. Además, asignarles tareas pequeñas, como sostener una linterna o buscar una herramienta, los hace sentir parte del equipo y les da un sentido de responsabilidad.
Transforma el contratiempo en una lección: Usa estos momentos difíciles como oportunidades para enseñarles a tus hijos habilidades valiosas. Explícales qué estás haciendo y por qué, y anímalos a que participen activamente. Esto no solo les dará herramientas para enfrentar situaciones similares en el futuro, sino que también fortalecerá su capacidad para trabajar en equipo y resolver problemas.
Si quieres más píldoras como esta, te suscribes entrando en dariostrava.com o aquí abajo.
Solo si te suscribes ahora, recibe GRATIS las 7 claves para educar sin estrés y sin culpa
Consulta la política de privacidad aquí
Pon tu correo y te las envío👇


Educa humanizando y sin estrés