Crianza positiva y consciente. Disciplina positiva. Cómo educar a los hijos.

Comunicación: Leo llora porque no le dejan que entre en el reino

Cómo educar a los hijos con crianza positiva y respetuosa

BOTICARIO

Dario Strava

8/21/20244 min leer

El cumpleaños de Leticia y el drama del capitán américa: reflexiones sobre malentendidos

¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que dijiste algo y, de repente, todo se fue al traste porque alguien lo entendió mal? Es un clásico, ¿verdad? A mí me pasó justo el otro día en el cumpleaños de Leticia. Estábamos en plena fiesta, todos los niños correteando por ahí, cuando de repente escucho a Leo sollozando.

Al principio pensé que se habría caído o algo así, pero no, resulta que Julia, una de sus amigas, había dicho algo sobre el Capitán América que él no entendió bien. Y ahí estaba yo, en medio de una tormenta de lágrimas y confusión, tratando de arreglar el asunto.

El malentendido que desató el llanto: Vale, te cuento bien. Resulta que Julia estaba hablando del cuento que iban a jugar todos juntos y dijo algo como “El Capitán América no está en esta historia”. Lo dijo tan tranquila, sin pensar que Leo, que llevaba un disfraz del mismísimo Capitán América, lo iba a tomar como algo personal.

¡Menuda la que se armó! Leo se echó a llorar pensando que no le dejaban jugar. Ya sabes cómo son los críos, se meten tanto en su papel que a veces cuesta distinguir entre el personaje y la persona. Y no te lo niego, a veces a los adultos también nos pasa algo parecido, aunque no vayamos disfrazados (bueno, algunos sí, pero eso es otra historia).

Cómo gestionar el drama de Leo: Así que ahí me tienes, acercándome a Leo con la esperanza de que un abrazo arreglara todo. Y, ¿sabes qué? En parte lo hizo. Pero no solo el abrazo, claro. Lo que de verdad funcionó fue sentarme con él y explicarle, con calma y cariño, que Julia no estaba diciendo que él no podía jugar.

Le dije que, aunque su amiga había mencionado que el Capitán América no salía en la historia original, eso no significaba que Leo no pudiera unirse al juego. Es más, le aseguré que en su imaginación, podía ser quien quisiera. Porque al final, los juegos de niños, como la vida, no tienen reglas fijas—solo las que nos ponemos nosotros mismos. Este tipo de situaciones me hace pensar en lo importante que es gestionar los dramas, tanto en los pequeños como en los adultos. En el caso de Leo, lo primero fue validar sus sentimientos, porque aunque desde fuera podría parecer una tontería, para él era algo muy real. Y luego, fue crucial explicarle la situación de manera que pudiera entenderla, sin minimizar lo que sentía, pero dándole la información que necesitaba para calmarse.

Al final, es lo mismo que necesitamos los adultos cuando algo nos duele o nos molesta: comprensión, empatía y una buena dosis de comunicación clara.

Hablemos claro: los malentendidos no son solo cosas de niños: El caso de Leo me hizo reflexionar bastante. ¿Cuántas veces en nuestra vida diaria alguien dice algo y nosotros lo interpretamos de la manera más dramática posible? Es como si nuestro cerebro, en lugar de procesar lo que nos dicen, lo pasara por un filtro que lo transforma en una ofensa personal, en un rechazo, en un “no vales nada”. Y claro, ahí empiezan los problemas, los malos rollos, los dramas innecesarios.

Pero, ¿sabes qué? No es culpa nuestra, es parte de ser humanos. Vivimos en un mundo donde lo que decimos y lo que escuchamos a veces son cosas completamente diferentes. Cada uno tiene su propia película en la cabeza, con su propio guion, y cuando esos guiones se cruzan, a veces el resultado es un malentendido total. Es como si dos radios estuvieran sintonizadas en frecuencias distintas.

La importancia de aclarar y no suponer: Aquí va mi consejo de amigo (sí, ya sabes, ese tipo de consejo que no pediste pero que igual te suelto porque soy así). La próxima vez que algo te siente mal, antes de montar un drama —ya sea llorar como Leo o enfadarte como si te hubieran dicho que el café de la mañana se acabó—, intenta preguntar: “¿Qué quisiste decir con eso?”. Puede que la respuesta te sorprenda y que te des cuenta de que lo que habías entendido no era para tanto.

Es más, te cuento algo curioso: un estudio demostró que el 90% de los malentendidos en conversaciones no tienen mala intención detrás. Simplemente somos torpes comunicándonos, y eso está bien. Es parte de nuestra naturaleza. Pero si empezamos a preguntar en lugar de asumir, podemos evitar muchos dramas innecesarios. Finalmente, no te lo tomes todo tan a pecho: En conclusión, la vida es demasiado corta para andar cargando con malentendidos. Si algo no te cuadra, pregunta. Y si te dicen algo que no te gusta, respira hondo y piensa que, tal vez, no lo dijeron con la intención que tú crees.

Gracias por tomarte el tiempo de leer esto. Y recuerda, si alguna vez te encuentras en una fiesta de cumpleaños y un niño disfrazado de superhéroe se pone a llorar, es probable que no sea el fin del mundo, solo un pequeño malentendido. ¡Nos leemos pronto!

Consejos resumen

Escucha activa y empatía: Cuando tu hijo se sienta herido o confundido, tómate el tiempo para escuchar sus emociones antes de corregir o explicar. Esto fortalece su confianza y les hace sentir comprendidos.

Comunicación clara: Aclara cualquier malentendido de manera calmada y sencilla. Evita suposiciones y pregunta cómo se sienten para evitar que se creen dramas innecesarios.

Validación emocional: Reconoce sus sentimientos sin minimizar sus emociones. Validar sus emociones les enseña a manejar sus propios dramas y les ayuda a desarrollar inteligencia emocional.

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