Cómo educar a los hijos. Crianza positiva y consciente.

Cariño fisico

Cariño físico: Los abrazos ayudan a calmar rabietas

Cómo educar a los hijos con crianza positiva y respetuosa

BOTICARIO

Dario Strava

9/18/20244 min leer

Los abrazos ayudan a calmar rabietas: ¿mito o realidad?

Mira, esto me pasó el otro día con mi sobrina, Carla. Tiene cinco años y como todos los niños, es un terremoto con piernas. Bueno, estábamos en el parque, todo risas y felicidad, hasta que se tropezó y cayó. ¡Oh, Dios! Montó una rabieta que se escuchaba en todo el barrio. Ya sabes, ese tipo de rabieta que te deja con cara de “¿y ahora qué hago?”. Y entonces recordé algo que había leído: los abrazos pueden calmar las rabietas. Pero no cualquier tipo de abrazo, ojo. Esto va con truco.

¿Abrazo o no abrazo? Aquí es donde se complica la cosa. Algunos dicen que, en pleno berrinche, lo peor que puedes hacer es abrazar a un niño. Que si lo abrazas, les estás premiando por montar el drama. Pero, espera, ¿qué somos? ¿entrenadores de circo o padres? Otros, en cambio, afirman que un abrazo puede ser la clave para cortar la tormenta de gritos y lágrimas. Y yo estoy de acuerdo con estos últimos. Claro que el abrazo no es mágico, pero, ¿quién no se ha sentido mejor con un buen abrazo?

Carla, entre sollozos y pataletas, me miraba con esos ojitos llenos de ira infantil. No me acerqué de inmediato, la experiencia me ha enseñado que un niño en ese estado está en modo “no me toques”. Pero luego le ofrecí el abrazo, sin forzar. ¡Y vaya que lo aceptó! Fue como apagar un fuego con un balde de agua fría. La rabia se fue desinflando, poco a poco. Y ahí estaba yo, rodeado de oxitocina (sí, la hormona del amor) y con una niña calmada en mis brazos. ¡Funciona!

La ciencia detrás de los abrazos: Hay que decirlo: los abrazos no son cualquier cosa. La ciencia lo respalda. Cuando abrazas, el cuerpo empieza a liberar oxitocina, esa hormona que nos hace sentir queridos, tranquilos, como cuando te envuelves en una manta calentita en invierno. Y claro, el cerebro de un niño no es tan diferente al nuestro en esto. Después de una explosión emocional, necesitan esa sensación de seguridad, de que todo está bien en el mundo.

Un dato curioso: la oxitocina también se conoce como la “hormona del abrazo”. Así que, sí, los abrazos pueden tener ese poder calmante, siempre que el peque esté dispuesto a recibirlo.

No te agobies ni agobies: Aquí es donde mucha gente se equivoca. No puedes lanzar el abrazo como quien lanza un salvavidas y esperar que el niño se calme de golpe. Si lo haces cuando está en el punto álgido de su rabieta, lo más probable es que te rechace y empeores la situación. Lo he visto más de una vez. El truco es esperar el momento adecuado, cuando veas que está empezando a bajar la guardia. Si no, lo único que conseguirás es aumentar la frustración.

Y ojo, no te engañes: un abrazo forzado no es mejor que no hacer nada. Si el niño no lo quiere, no lo obligues. A veces, necesitan su espacio para liberar toda esa energía y ya vendrán cuando estén listos. La clave está en ofrecer el abrazo, no en imponerlo.

¿Entonces, cuál es el truco? Paciencia. Como todo en la vida, no hay una solución perfecta para todos los casos. Pero si algo me ha quedado claro, es que los abrazos pueden ayudar a calmar una rabieta, siempre que respetes el espacio del niño y le des la opción de decidir si lo quiere o no. Si lo acepta, el beneficio es doble: no solo calmas la rabieta, sino que también refuerzas ese vínculo de confianza que a la larga hará que las rabietas sean menos frecuentes.

En conclusión, si alguna vez te ves en medio de una rabieta, prueba con un abrazo… pero no te precipites. Deja que el niño te lo pida, o al menos que esté dispuesto a aceptarlo. Los abrazos no solo calman, también fortalecen. Y bueno, ¿quién no quiere más abrazos en su vida, verdad?

Gracias por leer, y recuerda: la paciencia es clave, pero un abrazo en el momento justo puede ser la solución a muchos problemas.

Consejos Resumen

Ofrece el abrazo, no lo impongas: Durante una rabieta, no fuerces el contacto físico. Mantén la calma y deja claro que estás disponible para abrazar si el niño lo desea. El simple hecho de ofrecer el abrazo ya puede transmitir seguridad sin invadir su espacio.

Espera el momento adecuado: No intentes abrazar en pleno apogeo de la rabieta, cuando el niño está gritando o llorando descontroladamente. Espera a que la tormenta empiece a amainar y su lenguaje corporal muestre signos de querer contacto. Respeta su ritmo emocional.

Crea un ambiente seguro y relajado: Después de que la rabieta haya pasado, acompaña el abrazo con un ambiente tranquilo: baja la voz, evita distracciones y mantén el entorno silencioso. Esto ayudará al niño a procesar sus emociones mientras refuerzas el vínculo de confianza.

Si quieres más píldoras como esta, te suscribes entrando en dariostrava.com o aquí abajo.

Solo si te suscribes ahora, recibe GRATIS las 7 claves para educar sin estrés y sin culpa

Consulta la política de privacidad aquí

Pon tu correo y te las envío👇

Educa familias sin estrés y sin culpa