Cómo educar a los hijos. Crianza positiva y consciente.

Aprendizaje padres

Aprendizaje padres: Me pega una torta en el parque

Cómo educar a los hijos con crianza positiva y respetuosa

BOTICARIO

Dario Strava

9/27/20244 min leer

El día que Leo me dio una torta en la cara jugando al lobo en el Parque de la Paloma

¿Te ha pasado alguna vez que un juego inocente termina en una situación inesperada? Pues yo te voy a contar lo que me ocurrió el otro día con mi hijo, Leo. Estábamos en el Parque de la Paloma, en Benalmádena, un sitio precioso, rodeados de patos, pavos reales y alguna que otra cabra (sí, literal, cabras). Habíamos decidido jugar a la bruja y el lobo, ya sabes, el típico juego de persecución, de esos que te hacen correr como si no hubiera mañana.

El momento de la torta inesperada: Todo iba de lujo, los niños eran los tres cerditos y yo, cómo no, era el lobo feroz. La emoción estaba a tope. Cuando llegó el momento dramático de revelar mi identidad como lobo, salí corriendo detrás de ellos con un aullido de película, ¡ahuuuuuu! Y ahí fue cuando ocurrió lo que no me esperaba… Leo, con su pequeña pero contundente mano decidida, ¡me dio una torta en toda la cara!

¡Plaf! No te voy a mentir, me quedé en shock. El golpe en la cara dolió, pero lo que más me tocó fue el corazón. Mi primer pensamiento fue: “¿Pero cómo se le ocurre?”. Podía sentir el calor en mi mejilla y mi orgullo tambaleándose.

El dilema del lobo herido: En lugar de gritarle o montar un drama, respiré hondo. No iba a dejar que el volcán emocional explotara. Pero no podía dejar pasar el momento. Así que, con toda la calma del mundo, me agaché, lo miré a los ojos y le dije: “Leo, cariño, no solo me has dado en la cara, también me ha dolido en el corazón”. No sé si él entendió la profundidad de mis palabras, pero lo que quería era que tomara conciencia de que sus actos tienen consecuencias, no solo físicas, sino emocionales.

Los niños, por pequeños que sean, tienen que aprender que los adultos también sentimos. No somos superhéroes invulnerables a sus travesuras. ¡Que va! A veces duele más una palabra que un puñetazo.

El poder del perdón… o no: Poco después, Leo estaba intentando trepar unos pivotes de hormigón que subían y bajaban. Ya sabes, esos momentos en los que te pide ayuda como si fueras su único salvador. ¿Y sabes qué hice? Le dije que no. ¡Pero ojo! No por venganza ni por castigo. Es que, sinceramente, después de la torta no me apetecía.

Claro, se quedó a cuadros. Corrió a su madre a quejarse, soltando el clásico: “Es que papá no me ha querido ayudar”. Y ahí fui yo, con la misma calma, y le solté: “No, Leo, después de que me hayas pegado, no me apetecía ayudarte”. Y es que, a veces, también tenemos derecho a decir “no”, ¿no crees?

¿Qué consiguen ellos? ¿Y nosotros? Con estas situaciones no solo ellos aprenden, nosotros también. En este caso, Leo comprendió que sus acciones tienen un impacto en las personas que le rodean, y que no siempre vamos a estar disponibles para rescatarle de todo. Es una lección importante: la empatía. Los niños no vienen con el chip de entender cómo afectan sus actos a los demás, hay que enseñarles poco a poco. Al final, te lo agradecerán, aunque en el momento no lo parezca.

Y nosotros, los adultos, también aprendemos a gestionar mejor nuestras emociones. Porque vamos, en otro día, quizás yo habría explotado. Pero me di cuenta de que mantener la calma y explicar el porqué de mis sentimientos le enseña mucho más que un grito o un castigo.

Reflexión final: En general, momentos como este, aunque parecen simples, son de los que te marcan como padre. No se trata de no cometer errores, sino de cómo los gestionas cuando ocurren. Los niños necesitan saber que somos humanos, que también nos duele, que también sentimos. Y que a veces, una simple torta puede dejarnos más huella en el alma que en la cara.

Gracias por leer mi pequeño desahogo. ¡Recuerda, cada día es una oportunidad para aprender algo nuevo, incluso cuando juegas a ser el lobo feroz! 🌟

Consejos Resumen

Habla de tus emociones, no solo del comportamiento del niño: Cuando algo te afecta emocionalmente, como una torta inesperada o una palabra fuera de lugar, exprésalo de forma clara. Decir “Eso no solo me duele físicamente, también me duele en el corazón” ayuda a que el niño entienda que sus acciones tienen consecuencias emocionales, y esto refuerza la empatía.

Sé consecuente con tus límites, pero sin venganza: Si después de un mal comportamiento te piden ayuda, no tienes que decir “sí” automáticamente. Decir “no” de manera tranquila y explicativa, como hice con Leo, enseña que los actos tienen consecuencias. Lo importante es no caer en el castigo emocional, sino que el niño entienda que también tienes límites y sentimientos.

Usa el juego como herramienta educativa: Aprovecha momentos de juego para enseñar lecciones importantes. En medio de la diversión, los niños están más receptivos a entender conceptos como el respeto, la empatía y las consecuencias de sus acciones. El juego, aunque parezca solo diversión, es una oportunidad ideal para modelar comportamientos.

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